Lingote de Oro, dueño indiscutido de Palermo

(Texto: Turfdiario)

La superioridad de Lingote de Oro (Orpen), el corazón de El Garufa (Luhuk), la calidad de Ollagua (Pure Prize) y la potencia fresca de Paulinho (Equal Stripes) fueron los picos máximos que se vivieron dentro de una tarde que mezcló turf con emoción, en el marco de la vigésima edición de las Carreras de las Estrellas.

No ayudó el clima, inóspito por el frío, el viento y la lluvia que se turnaron para molestar a lo largo -muy largo- de la tarde. Tampoco el público, que lejos estuvo de sentirse atraído por un espectáculo inmejorable desde lo hípico, quizá un poco por lo destemplado del día, otro tanto por el Mundial de fútbol y otro pedacito porque si hay una deuda que en estas dos décadas todavía no pagaron las Estrellas es la de tener el magnetismo de, por ejemplo, alguna de las carreras de la Triple Corona.

No es ese un dato que única y llamativamente se de en nuestro país. En los Estados Unidos, algo similar ocurre con la Breeders’ Cup. Si basta un ejemplo, al Derby en Churchill Downs concurren 160.000 personas y apenas por encima de la mitad acuden cuando se disputa la serie que fue la imagen de nuestro festival.

Al margen, desde lo organizativo todo resultó inmejorable y en la pista se disfrutaron espectáculos de alto vuelo, con casi todas las grandes figuras que por estos días dominan en el turf nacional. Bien arriba en el ránking quedó la nueva demostración de Lingote de Oro en el Estrellas Classic (G1-2000 m) sobre cual es el mejor caballo en la arena de Palermo. Dándole a sus rivales la ventaja de partir bastante mal -la careta se habría enganchado en la gatera, según José R. Méndez, su jockey- y recorriendo casi 1400 metros por sexta línea, en la recta fue imparable, superando por 1 1/2 cuerpo a ese guerrero que es Life of Victory (Incurable Optimist), que se niega a ceder ante el almanaque y dos por tres hace vibrar a todos con su tesón que no se extingue.

La nueva victoria del crédito de Carlos Felice, la cuarta consecutiva en 2010 y tercera en la máxima escala, lo consolida como el mejor del momento. No parece haber ningún rival que pueda poner en jaque su dominio, aunque el futuro le seguirá deparando exámenes.
Con el fin de las grandes carreras en Palermo, Lingote de Oro, si permanece en el país, deberá regresar al césped de San Isidro, la pista que en los últimos tiempos se ha transformado en su karma, pese a haberse destacado allí en sus tiempos de potrillo.

Felice ya dio a entender que entre el pasto y Lingote de Oro hay una cuenta pendiente; la intención del propietario es saldarla. Las otras opciones, una venta o emigrar suenan hoy más complicadas, aunque no imposibles.

El Classic tuvo su otro gran protagonista en Life of Victory, que no corría en Palermo desde el Classic de 2008, cuando también quedó segundo, aquella vez en pos de Flag Copado (Flag Down). El caballo que en tres días tendrá ocho años asombra por su vigencia, por sus incansables ansias de sobresalir. No siempre se puede ganar, está claro, pero su tarea bien valió como un triunfo.
Atropellando desde el fondo, Calidoscopio -otro integrante de la vieja guardia, próximo a cumplir siete abriles- se quedó con el tercer puesto y suculentos 96.000 pesos.

Párrafo aparte para el gran Latency, cuyo séptimo puesto a 13 cuerpos del ganador lo mostró mucho mejor que en su reprise, aunque lejos del nivel que supo ostentar. Lució algo pesado en la redonda, con casi 20 kilos más que hace un mes cuando reprisó, según la balanza oficial. Difícilmente logre volver a ser el de sus grandes tardes, ¿tiene sentido seguir pidiéndole esfuerzos? ¿No fue suficiente con su cosecha inolvidable?
Feel Fast corrió fenómeno y su cuarto lugar merece destaque, pues hizo el gasto desde el salto, siempre seguido por Don Valiente (Orpen), que claramente parece haber confirmado que en la milla está su fuerte.

El Classic tuvo en Lingote de Oro a un dominador tan sólido como esperado. Si sus rivales no pudieron ganarle anteayer con todas las ventajas que entregó, suena difícil vayan a conseguirlo algún día, siempre sobre parámetros normales, claro. Salvo que desde ahora empiecen a rezarle a San Césped...

(Foto: www.dupratphoto.com).