Zenyatta y el corazón de una enorme campeona

(Turfdiario / Texto: Sebastián Heredia)
La perfección sigue teniendo sinónimo en un caballo de carrera: en una dramática carga, Zenyatta llegó a la meta con ventaja por tercer año seguido en el Vanity Handicap (G1-1800 m, US$ 250.000) mantuvo su invicto y, además, extendió su serie a 17 victorias consecutivas para quebrar en esta categoría las marcas históricas de Cigar (Palace Music) y Citation (Bull Lea).

La prueba central de ayer en Hollywood Park lanzó varias aristas en el campo de las estadísticas para las credenciales de Zenyatta. Por un lado, que la Mejor Yegua Adulta en 2009 no cree en la desgracia; de hecho, superó el estigma de ese número con un nuevo impacto, para continuar invicta desde su debut. Asimismo, el factor de mantener su foja sin manchas desde entonces la convierte en el único elemento en la historia reciente del deporte en hacerlo durante tantas presentaciones.

Por el otro, con este trofeo superó la racha consecutiva de Cigar y Citation -también están Hallowed Dreams (Malagra) y Mister Frisky (Marsayas), pero son menospreciados por tratarse de turnos menores en exigencia-, por lo que sólo le quedaría lidiar con Peppers Pride (Desert God) (con 19 al hilo), que, vale la pena aclarar, únicamente participó en marquesinas reservadas para los nacidos en el estado de Nuevo México. Además, eran cuatro yeguas al momento las que habían ingresado por partida doble en este círculo de los vencedores, con Annie-Lu-San (Khaled)(1957-1958), Convenience (Fleet Nasrullah) (1972-1973), It's in the Air (Mr. Prospector) (1979-1980) y Azeri (Jade Hunter) (2002-2003), pero desde ayer sólo la hija de Street Cry y Vertigineux (Kris S.), por triplicado. No obstante, todo lo que vale, cuesta.

Nunca antes la nieta paterna de Machiavellian había sufrido tanto para sobrevivir al tope del marcador. Esta película fue muy similar a las anteriores previo a la hora de la verdad, con la campeona en la zaga desde el vamos, parciales vivos de 24s5/100, 47s54/100 y 1m11s91/100 para sostener vivo el sueño de su atropellada triunfal, un avance claro en proyección a la recta final y una posición libre para atropellar. Pero esta vez hubo un escollo que se negó a entregarse para dar paso a la leyenda.

Su nombre es St. Trinians (Piccolo), que con 120 libras en la montura y la guía de Martín García se desplazó con seguridad justo al frente de la conducida por Mike Smith (con 129 de plomo).
Incluso, a falta de 600 para la meta, cuando el crack se hace sentir y sus oponentes dudan entre acelerar el ritmo a riesgo de perder posiciones o especular con ser un digno placé, la enemiga de la pizarra no omitió en agrandarse.

Y así fue como, lanzada para sorprender al mundo, St. Trinians escapó con dos cuerpos y corría con argumentos en el poste de los 200 (la milla en 1m36s98/100). Smith, a quien a esa altura ya le sonaba extraño no poder revertir el arresto, castigó con franqueza a su compromiso de monta, que progresivamente descontaba entre la vergüenza de los equinos únicos y sus atributos naturales de entender la derrota como un resultado posible. Bajo una locura generalizada, ambas iban camino al telón.

Al cabo de 1m 49s 1/100, la pupila de John Shirreffs no permitió sorpresa alguna y pasó de largo para los suspiros del estribo. El fallo fue de medio cuerpo para la propiedad del matrimonio Moss, que se traduce en la perfección misma. Su atropellada eterna volvió a llegar a destino, una vez más. Su figura inmaculada no entiende de fracasos, ni siquiera cuando la película se vuelve dramática. Zenyatta, en consecuencia, agregó un capítulo más a su historia épica, ésa que cambia las guerras por un suspiro a su paso y sus oponentes en meros actores de reparto para una misión que parece imposible.

(Foto: Benoit).