Copa de Plata (G.I): Kalath Wells, la yegua número uno de la temporada

(Gentileza Diego Mitagstein / www.turfdiario.com)


Podrá no lucir en la redonda. Entre su pelo tordillo y su físico para nada deslumbrante, Kalath Wells no es de las que más llaman la atención en la previa. Incluso, su pedigree tampoco es de los más comerciales. Sin embargo, cuando de competir se trata, la potranca de Firmamento es una leona. Y si no, que le vayan a preguntar a los allegados a Ollagua (Pure Prize), que cuando ya prácticamente festejaban la victoria en el Gran Premio Copa de Plata (G1-2000 m), debieron dar marcha atrás y rendirle pleitesía a la, ahora sí, mejor yegua de la temporada.


Kalath Wells coronó anteayer en San Isidro una seguidilla de triunfos que no tiene parangones y puede considerarse hasta algo inesperada si se apela a la memoria para recordar los primeros pasos de la hija de Poliglote y Kalath (Kaljerry). Aquella que no podía salir de perdedora (apenas arrimaba); que estaba detrás de la mayoría de sus compañeras de caballeriza en el concepto, se destapó una tarde y ya no quiso saber más nada con eso de la intrascendencia. Dispuesta a alcanzar la gloria, comenzó en La Plata con un ascenso deslumbrante. Su excelente muestra en el Pellegrini de las Yeguas terminó por arrojarla al cielo de las estrellas.


¿Cómo explicar sus adelantos? En el equipo de Juan Carlos Bagó no se andan con vueltas y sin dudarlo todos le apuntan a un mismo culpable. Se llama Miguel García y es el hombre que formó y desarrolló a la campeona. El entrenador ratificó su sabiduría para preparar caballos en la larga distancia. Kalath Wells pasó a formar parte del ya numerosísimo lote de nombres importantes que supo cuidar. Chapeau entonces para el hombre de confianza de Firmamento.


Fiel a su estilo, Kalath Wells salió a matar o morir desde temprano. Con parciales firmes en una pista apenas húmeda, la tordilla siempre se mantuvo ajena a lo que pasaba a sus patas. Ya en la recta, el panorama se le nubló bastante cuando Ollagua se le puso a la par y hasta la superó a unos 250 metros del disco. Sin embargo, fue allí cuando entró en escena el corazón de Kalath Wells. Haciéndole sentir la juventud, la diferencia de kilos y otra táctica para nada perfecta, volvió, quebró a Ollagua y llegó a la meta con medio cuerpo a su favor. Poquito, pero suficiente para separar la gloria del gusto amargo.


La derrota de Ollagua dolió. Primero, porque ya parecía estar bajo el brazo; y, segundo, porque dio la sensación de que volvió a emplearse una táctica especulativa, lo mismo que en sus dos actuaciones anteriores. Corrió más lejos de lo aconsejable para un ejemplar de sus características, y debió quemar energías temprano para descontar y luego no tuvo en el tanque de reserva cuando el tiempo de apelar a ellas había llegado.


La Jolla (Pure Prize) cerró 2009 con la actuación que muchos esperaban. Fue tercera la zainita de Thomas Tribolet, llamada a ser protagonista en las próximas pruebas de la larga. La Copa de Plata sufrió dos bajas para lamentar. Aicega (Slew Gin Fizz) no corrió luego de que algunos análisis no la mostraran en perfecta forma; nada grave para ella, que pronto volverá a la acción -¿en el Apertura (G3) de Palermo?-, pero suficiente como para que sus propietarios decidieran -acertadamente- no dar ventajas. Está claro que no se podía.


True Passion (Orpen), la ganadora del Estrellas Juvenile (G1), quedó en boxes por el estado mojado de la pista, según comentó Juan Garat, DT de la cabaña de Carlos Lagos.
“Ya tuvimos una mala experiencia en el Acebal y no tenía sentido repetirla”, expresó.
A pesar de estas bajas, la Copa de Plata ofreció el espectáculo de alto vuelo que podía adivinarse desde el día de las anotaciones. Kalath Wells se calzó la corona de reina merecidamente; Ollagua debe conformarse por el momento con ser princesa. Tampoco está tan mal. Festejó otra vez Firmamento en la Copa, por quinta vez en la década y segunda consecutiva. Festejó Juan Carlos Bagó en familia y quizá tener a uno de sus nietos al lado durante la entrega de premios le brindó un sabor aún más dulce que el de la propia estupenda victoria de Kalath Wells...


(Foto: La Nación).