Fuego e Hierro, héroe de un 25 de Mayo histórico

(TURFDIARIO.COM)

El turf argentino infló el pecho. Se sintió revitalizado; conmovido. Como en los viejos tiempos, el publicó se volcó masivamente al hipódromo y el resultado no fue otro que un Gran Premio 25 de Mayo (G1-2400 m, césped) fantástico. A tribunas -¡y patios!- llenos, la hípica nacional vivió en ese aspecto una de las más grandes reuniones de los tiempos modernos. Tal como había ocurrido con el República Argentina (G1) de Palermo, la gente mostró ayer en San Isidro sus ganas de acercarse a la actividad, de conocer ese mundo del que tanto le han hablado, ya sea para bien o para mal. Ese terreno de ilusión y casi fantasía, allí donde el tiempo parece no haber erosionado las tradiciones. Donde todo es distinto y llamativamente atractivo.

¿Que muchos de los presentes fueron atraídos por el recital gratuito de El Chaqueño Palavecino? Es probable, pero también hay que decir que podrían haber llegado sobre la hora y no desde bien temprano; ayer, ya a las 14 horas ganar un lugar en las tribunas era casi una odisea. Después, nadie quería pararse, no fuera cosa de que de irse a Sevilla perdieran su silla. Fue la más palpable demostración de que cuando a la gente se la llama, responde, premisa pregonada desde aquí desde hace muchísimos años. Los dirigentes, al fin, parecen haber tomado nota y, está claro, la respuesta fue elocuente. Vaya, entonces, el justo reconocimiento.

El turf nacional volvió a ganar. Y no es un detalle a olvidar las dificultades actuales que en muchos aspectos surgieron a partir del brote de Arteritis Viral Equina, hacia donde hubo que desviar muchos esfuerzos desligándolos de estar sobre otros detalles. Más allá de algunas cuestiones mejorables -ya habrá tiempo de tratarlas-, el Gran Premio 25 de Mayo del Bicentenario fue un espectáculo que desbordó emoción, al que el calor de las tribunas le puso el toque que a toda carrera la hace diferente.

En la pista, hubo un dominador claro en Fuego e Hierro, el caballo que ayer se estableció como el mejor fondista en pista de césped, ganándole al rival más complicado a disposición: el sensacional Life of Victory (Incurable Optimist).
El hijo de Pure Prize ratificó todo lo bueno que se le había visto al ganar el Clásico Porteño (G3), coronando una evolución que en los últimos meses fue de las más profundas.

Condiciones particulares

El 25 de Mayo fue una carrera bastante particular en diversos aspectos. Primero, porque la pista pesada -más allá del poco creíble cartel oficial que indicaba húmeda- ofrecía un problema adicional. El que se apurara, lo pagaría caro, y tal estigma pareció estar claro en más de un jockey.

Más allá, que Brave Halo (Southern Halo) hiciera la punta con parciales históricamente lentos de 29s11/100, 56s74/100 y 1m23s65/100 para los 400, 800 y 1200 metros iniciales, obligó a cambiar los libretos sobre la marcha.
No asombró que, entonces, Adrián Gianetti trajera segundo por un buen trecho a Life of Victory, y que Edwin Talaverano abandonara al terminar el opuesto su posición especulativa con Fuego e Hierro para ubicarse en el codo en persecusión del líder y ya superando al caballo de hierro.

La milla inicial quedó atrás en 1m47s49/100 y todo se había reducido a una carrera de tres caballos. El resto no tenía ni la más mínima posibilidad. Talaverano tuvo más resolución y rápido fue a buscar a Brave Halo con Fuego e Hierro al pisar la recta, mientras Adrián Giannetti apostaba sus fichas a que sus rivales lucharan un tramo y así atropellar con ímpetu. Sin embargo, Fuego e Hierro dominó sin trámites de por medio y se distancia. Luchó Life of Victory, pero su esfuerzo lo llevó hasta la segunda colocación, la misma que en 2009 había alcanzado en esta misma prueba detrás de Escamonda (Alpha Plus) al que también guió Talaverano.

Tras 2m35s60/100 -2m11s60/100 para los dos kilómetros-, Fuego e Hierro levantó con justicia su primer trofeo de máxima escala y encontró confirmación a todo lo bueno que venía haciendo. Con Life of Victory habrá que volverse a sacar el sombrero y decir que, parece, sus energías no están minadas. A punto de cumplir ocho años, envuelto en un desarrollo que lo perjudicó y sobre una pista que lejos está de favorecer sus posibilidades, quedó a las puertas de otro gran éxito. Un campeón con todas las letras.

Brave Halo asumió el riesgo que nadie quiso y fue uno de los punteros que más cerca llego dentro de una tarde en que todo parecía funcionar mejor de atrás. Hace tiempo ya que es protagonista en cuanto largometraje surge en el calendario norteño y quizá pronto le llegue el desahogo del triunfo importante.

Por Pure Prize y Fusillette, esta por el notable Candy Stripes y la ganadora de grupo uno Furla (Lode), y nacido en el Haras Santa María de Araras, Fuego e Hierro le proporcionó la alegría mayor a la historia del Stud-Haras Alfa y también como inolvidable recordará Conrado Linares, el preparador, la tarde de ayer. No será el único, más allá de que los sentimientos vayan a ser diferentes. Infló el pecho el turf argentino con el 25 de Mayo, una tarde que, por más trillado que suene entre tanto Bicentenario, seguramente será histórica.

(Foto: Gustavo Drupat).