El Jefe: Mad Speed manda entre los milleros (La Nación)
Por Julio Guimaraes
LA NACION
El guante blanco de Pablo Falero se fundía en el pescuezo Mad Speed; lo palmeaba una, dos, tres veces el uruguayo y cerraba el puño en señal de victoria; como si estuviese en la tribuna. Y está bien. Afortunadamente, nada prohíbe festejar para afuera si el triunfo es no es de Grupo 1, como el de ayer en San Isidro.
A Falero le gusta ganar con el tordillo. Ganar y correrlo. Acaso porque los dos disfrutan al usar la misma estrategia. Pablo es un tiempista corriendo adelante, tiene un reloj en la cabeza, y el tordillo es de los que van al frente de movida.
La carrera era el clásico Horacio Bustillo (G 3), que presentó cancha húmeda a la hora de la largada. Prometían ser diez en la suelta, pero Funca, Royal Brunei y Rupit no dieron partida. A la luz del resultado, difícilmente hubieran podido torcer la historia.
Mad Speed tiene algo que lo diferencia de otros punteros: velocidad inicial y final. La primera es natural; lo aleja de sus rivales y los obliga a meter mata para seguirle el tren; ahí los cansa. La otra es la de su atropellada. Y se sabe: cuando un caballo acelera desde la punta, el de atrás necesita ser doble caballo para alcanzar. El de atrás esta vez fue el platense Cafrune, cuyo segundo puesto vale por más.
Pablo dejó que Mad Speed hiciera su trabajo; en el tercer salto ya le había sacado dos cuerpos a Bochi's Flirt y a San Livinus, que necesitaron unos segundos más para encontrar sus puestos en la carrera. Cafrune suele venir de menor a mayor, por eso fue natural que Andrea Marinhas lo dejara estar. De ninguna manera ella hubiera peleado con el caballo para forzarlo a hacer otra estrategia en un rodeo ajeno. En tal caso, que fueran los demás, si podían, los que torearan al de adelante. Pero no pudieron, nunca.
Viajar en la silla de Mad Speed debe ser confortable, seguramente. Debe ser como ir en un caballo que tiene piloto automático. El de abajo va a su velocidad crucero hasta que el de arriba se hace dueño de los controles y lo aterriza en el disco.
Faltaban 300 metros para el final y todos los adversarios del tordillo se desesperaron por alcanzarlo: Pick Out, un viejo ganador de Grupo 1, se insinuó por junto a los palos; fue pura espuma. Por el centro de la cancha San Livinus trató de obedecer a la fusta de su jockey, pero cayó en el intento. Por entonces, desde atrás, Marinhas ya le había soltado las riendas a Cafrune, un caballo que sabe lo que tiene que hacer cuando le dan soga.
Hubiera ganado Cafrune en su vuelta a San Isidro de no haber estado en la carrera el tordillo, que tiene mil seguidores en Azul. Perdió porque el de adelante no se paraba, pero ganó lo que vino a buscar. A menos de un mes de tener que correr el Latinoamericano, su gente necesitaba probarlo en la cancha de pasto donde había corrido mal, una vez, hace tiempo.
La respuesta de Cafrune fue de las mejores. Ahora puede esperar el internacional tranquilo. Claro, su entrenador tendrá que borrarlo del compromiso para el que lo anotó, la semana que viene, en La Plata.
Mad Speed, un caballo que salió de la categoría intermedia, es el rey de la milla. Deberán correr mucho sus futuros rivales para hacerle tambalear la corona.
DIXIT
Andrea Marinhas fue segunda con Cafrune. "Teniendo en cuenta que el mes que viene tiene que correr el latino, lo importante era que Cafrune pisara bien en el pasto, una pista que no conoce mucho. Durante toda la carrera lo sentí muy, bien, seguro. Al final nos ganó un caballo que corre mucho como Mad Speed. Cafrune es fácil de llevar, es lindo montarlo. Yo lo conozco muy bien. solamente hay que guiarlo. Realmente no estoy segura si es un gran millero o un gran fondista. Me acuerdo que de potrillo ganó casi en tiempo record para los 1500 metros y en las largas también es fuerte. Creo que es un caballo que sirve para afrontar cualquier desafío. Ahora lo único que queda es esperar que llegue el latino."
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